Estira y afloja

msr
2 min readJan 21, 2021

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La idea está ya muy gastada pero no por eso deja de ser real, el mundo actual sucede y se comunica de manera veloz, por un lado, cada suceso tiene eco instantáneo alrededor del mundo y ese mismo suceso se transforma a través de tantos enfoques que, antes de que podamos entenderlo ya pasaron tres cosas más. También, la sensación de que todo y todos producen o debemos producir, es permanente. Gracias a las redes sociales -o a cualquier información que pase por nuestras pantallas- vivimos un constante bombardeo de personas y personajes entre los que nos encontramos por gusto, accidente o modo de vida, por muy profundo, aceptado o frívolo que este sea.

Gracias a esto y a nuevos modos de compartir, tenemos nuevas o renovadas formas de producción, estas se adaptan y cada una tiene su público. A pesar de que el mundo del arte y la vida bohemia, antes muy propia de escritores, haya sido muy romantizada, es cierto que desde siempre ha funcionado de manera casi idéntica a cualquier otro negocio: oferta y demanda; y desde tiempos antiguos, específicamente hablando de literatura, sucede -con o sin éxito- gracias al publico.

Si nos ponemos estrictas, la publicación de un texto, al menos de manera tradicional, parece un trabajo arduo (y no solo de quien escribe), cosa que parece lograrse cada tanto tiempo o cada tantas personas, pero también, es fácil pensar que parece verdad que “cualquiera puede publicar”, y nos encontramos con muchos ejemplos que pueden parecernos irreales, no por despreciar el quehacer ajeno sino por la cantidad de no escritores que escriben, o que no escriben y sí publican.

Nos digo esto porque, a pesar de que se produzcan innumerables producciones o textos a diario, cada tanto y como desde siempre (por ejemplo, en el siglo XV), nuestro consumo se renueva y se depura. Y permanecerá aquello que de algún modo nos forme como impronta de sociedad, nos guste o no.

El bombardeo anteriormente mencionado también incluye todo aquello que ha evolucionado positivamente, como nuevas formas de producir y compartir que, aunque a veces tengamos ganas de ser puristas, también nos ayudan a expandir todo tipo de horizontes. La mayoría de los géneros literarios parecen compartir esta tensión, de alguna manera, parecen renovarse constantemente sin dejar de lado sus atributos esenciales, por ejemplo, la poesía, el ensayo o la novela, que, ya sea de manera experimental, amorfa o híbrida, encuentran nuevas maneras de leer y escribir.

(Ilustración por Julien Posture/The Guardian)

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