Sin dejar de lado el hartazgo y la muerte inminente, la vida durante pandemia nos ha traído múltiples hallazgos tanto sociales como personales, no todas las personas estamos en la misma situación y en definitiva, poder continuar con la vida de manera virtual es lo más parecido a un privilegio.
Ahora resulta mucho más “natural” el entrar a la casa o habitación de nuestras amigas o compañeras de trabajo; no se trata de una campaña formal pero la decisión parece ser generalizada: cada día surgen o se organizan muchos más grupos de estudio o lectura, las conferencias informales o mejor dicho, no institucionalizadas en torno a un libro, tema o debate no se han hecho esperar.
Es así como múltiples sectores han optado por iniciar un nuevo hábito de lectura o análisis grupal, la idea tiene como base la confianza y el auténtico interés pues aunque el tiempo se haya desdibujado, nadie tiene interés en perderlo y las ganancias, en términos culturales, han tenido un despliegue con alcances provechosos para el conocimiento de nuevos (y viejos) autores.
